martes, 13 de enero de 2009

POSGRADO EN ARTES VISUALES SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN I Dr. Daniel Manzano Águila Mario Maldonado Reyes Ensayo final Estudio para una ciudad ritual. La celebración callejera presente en una serie gráfica. Si hacemos el esfuerzo por establecer elementos de relación entre la festividad callejera –carnavales y fiestas rituales- y la creación artística -en el terreno de la gráfica-, caeremos en cuenta de que en ambos casos se trata de modos peculiares que valen para la representación simbólica. Analizar estas imágenes, los personajes y espacios que configuran e instrumentan dichos eventos para ser reinterpretados gráficamente, resulta necesario en primer lugar, para la elaboración de la obra gráfica que en esta investigación se propone y, segundo, profundizar en el estudio del contexto citadino que vivimos en la actualidad con el fin de reconocer nuevos procesos de la realidad que puedan ser referidos a través de formas, ideas o acciones. De este modo, la investigación será desarrollada atendiendo aspectos de carácter histórico, analítico y sintético pues, resulta necesario concebir dichos imaginarios colectivos como elementos importantes para la configuración de la identidad y estrategia posible para el conocimiento de la actualidad. Estos son los principales aspectos que, de manera general serán planteados en el presente trabajo y que en suma son los resultados que arrojó la investigación documental y el acopio de información realizados durante el primer semestre del seminario de investigación. El siguiente esquema sirve para enfatizar el origen conceptual del presente texto. MODOS DE REPRESENTACIÓN SIMBÓLICA FESTIVIDAD CALLEJERA (Carnaval – Fiesta ritual) CREACIÓN ARTÍSTICA (Gráfica) De tal modo, serán dos los asuntos tratados: 1) Revisión de los conceptos afines a la fiesta callejera en México y 2) La gráfica como medio para la creación artística. Comencemos por delimitar algunos de los conceptos relacionados con objeto de estudio mencionado, pero antes, definamos posiciones. Toda disciplina que se precie de ser seria, evita definir sus términos. Así sucede con el arte y todos los conceptos que le son cercanos. Siempre que nos movamos en el terreno de las definiciones, será inevitable reconocernos en alguno de los dos polos posibles: el de las definiciones genéricas (el arte es la expresión imaginativa de una emoción), o el de las definiciones normativas (el arte es trabajo o creación conforme a las leyes de la belleza). Ambas podrían poseer un núcleo de verdad pero están incompletas pues no explican el fenómeno en su conjunto. Si pensamos en el arte –o la gráfica- y el espacio citadino como condiciones dinámicas inmersas en un proceso de construcción condicionado histórica y socialmente, nos daremos cuenta de la dificultad que implica confinarlos a un concepto, pues en sí el arte encierra una serie de prácticas que constantemente son renovadas, mientras que “la forma de una urbe cambia más pronto, ¡ay! Que un corazón humano”, dice Baudelaire en su poema El cisne, incluido en su poemario Las flores del mal publicado por primera vez en 1857. En todo caso, la posibilidad de definir el arte existe si se piensa, no como el a priori de una investigación, sino como la parte concluyente de la misma. Lo cierto es que algunas prácticas artísticas de la actualidad se encuentran en una zona fronteriza que impide ver con claridad su diferencia con otro tipo de producciones humanas como la publicidad o el espectáculo pues, los circuitos de difusión en los que se dan a conocer los dotan de cierta ambigüedad (revistas sensacionalistas o de modas), todo aunado al hecho de que muchas veces su valor económico llega a ponerse por encima de cualquier consideración de carácter estético. Por razones como las anteriormente mencionadas, no es difícil admitir que el trabajo del artista contemporáneo se encuentra lleno de citas o asuntos populares, prácticas y cuestiones habituales[1]. Siguiendo esta línea de pensamiento, abordemos brevemente los conceptos de Fiesta, Ciudad y Gráfica. A la fiesta se la entiende “de un lado con el ritual. De otro con la orgía. En sí es un ritual extraordinario que se celebra cada largo periodo de tiempo, cada año por ejemplo.” (Cirlot, 1994, 204). En este sentido, la fiesta permite por momentos el retorno temporal al caos primigenio que ayuda a resistir la tensión ordinaria que impone el sistema.En México, la fiesta ritual o de carácter religioso, tiene una presencia muy marcada a lo largo de todo el año. En ella se celebra a la divinidad y se exalta lo trascendental, conmemorando la fecha litúrgica que recuerda algún portento de la [1] Para la década de 1950, los movimientos de vanguardia en el arte se habían convertido en puros formalismos y objeto de promoción oficial[1]. En estas circunstancias y coincidiendo con el surgimiento del Pop Art, durante la década de 1960, autores como Susan Sontag, Marshall McLuhan o Roberto Venturi buscaban terminar con el dogma modernista de la escisión entre la esfera de lo estético y la vida cotidiana, incitando a los artistas a romper con la barrera entre el arte y las demás actividades humanas como el entretenimiento, el diseño, la publicidad y la moda. Surgieron así posiciones menos rígidas dentro de las prácticas artísticas, que paulatinamente se involucraron con el gusto popular, la estética de la televisión o las revistas de moda.

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